domingo, 31 de mayo de 2020

Reseña: es valioso conocer la versión de otra boca

Título del libro: Boca de lobo
Autor e ilustrador: Fabián Negrín
Editorial: Thule Ediciones
Año: 2005
País/Ciudad: Barcelona, España


Boca de lobo se considera un cuento ilustrado, pues, según Colomer (1999), en los libros ilustrados las imágenes acompañan a los textos y cumplen una función decorativa, no añaden información. La estructura de este cuento, en base a Lluch (2004), es quinaria, esto nos indica que los hechos narrados se organizan en cinco momentos clave siguiendo una progresión lineal. Estos incluyen presentar la situación inicial, dar a conocer un conflicto, el desarrollo de dicho conflicto, su posterior resolución y el fin del cuento. 

El relato trata sobre una niña que va a visitar a su abuelita. Previo a la llegada de caperucita, la abuela es devorada por un lobo, el cual finge ser su víctima para no ser descubierto. Luego, caperucita corre la misma suerte que su abuela. En todo momento se nos presenta a la niña y la anciana como las víctimas. Sin embargo, en esta ocasión, la narración proviene del lobo, quién tiene una versión y un sentir muy distinto al ampliamente difundido. El lobo se presenta y luego nos relata sus vivencias desde el momento en que conoce a Caperucita. Este cambio de perspectiva posibilita una nueva forma de aproximarse a la ya conocida historia de Caperucita, en quien todas las versiones clásicas estaban focalizadas. ¿Qué elementos nuevos del cuento nos dará a conocer el lobo? 

La experta en literatura infantil y juvenil, Teresa Colomer (1999), plantea la necesidad de buscar lecturas que puedan ayudar a los niños a llegar a conclusiones, no sobre certezas de un mundo prístino, sino sobre las diversas perspectivas que pueden construirse para que la experiencia se vuelva comprensible. Boca de lobo, sin duda, cumple con ello, pues una de sus mayores fortalezas es justamente mostrar una perspectiva diferente a la que todo niño o niña conoce del cuento de Caperucita: la del Lobo. Una historia que normalmente tiene un narrador omnisciente, ahora nos muestra al animal de narrador protagonista. 

En efecto, las nociones de Adichie (2008) sirven para profundizar lo planteado por Colomer, pues enfatiza la importancia de evitar que las personas conozcan una única versión, un único relato de las cosas, y pone como ejemplo de transmisores de relatos a los cuentos que se leen en la infancia. Añade que creer en la existencia de solo una historia, limita y estereotipa, despojándonos de las particularidades. El mensaje es que, en semejanza con la realidad, los cuentos también pueden tener una mirada diferente, con nuevos detalles, un nuevo sentir, y será decisión del lector escoger cuál le agrada o cual cree que es ‘correcta’. 

Finalmente, este cuento también se recomienda por su formato, ya que como indica Colomer (1999), el formato es parte del análisis ilustrativo que podemos realizar a los cuentos, lo cual se vincula a su calidad como libro. En base a sus ideas vinculadas al formato, es posible identificar en el cuento bellas y llamativas imágenes ilustrativas que acercan al lector a corrientes artísticas como el dibujo y la acuarela, mostrándonos paisajes atrapantes, abundante vegetación e intensos colores rojizos y verdes que se contrastan acorde al avance de la historia. Al mismo tiempo, algunas partes del texto son usadas como imagen, situando letras de mayor tamaño con el fin de hacer énfasis en un sentir o ante un momento en específico. 

Este cuento puede ser disfrutado por niñas y niños desde 6 a 100 años, promoviendo en su lectura el pensamiento crítico, el conocimiento de nuevas realidades, y el gozo de leer, mediante atractivas ilustraciones y una narración novedosa que permite el reencuentro reflexivo con un clásico literario a través de esta reescritura de alta calidad.



Autora de la reseña: Isidora Burgos.

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